IRONMAN 70.3 Ecuador: Los Espinosa, unidos por un objetivo

En este equipo de triatletas prima el espíritu de la humildad, la sinceridad y la paciencia.
— Filosomi

Esta es la historia de un padre, Iván Marcelo Espinosa, y sus tres hijos: Diego, Gabriel y Marcelo; que hace siete años encontraron en el IRONMAN 70.3 Ecuador, un espacio más para conectar a un nivel profundo como familia y construir un estilo de vida que les ha dado más que medallas. Esta experiencia es puro aprendizaje.

Hay una imagen, una que Diego guarda en su mente. Los cuatro juntos, a punto de entrenar, riendo, “jodiendo” y hablando de cualquier cosa. Cuando arranca el reloj, cada uno está concentrado en su rutina, se dicen una que otra palabra de aliento. Cuando todo termina, se miran, se abrazan, chocan las manos. Son camaradas, un equipo, son familia.

Esa complicidad les saca de la cama, les jala, les motiva, es una de las grandes razones para que cada uno siga soñando alto en este mundo del triatlón, como deportistas aficionados.

Esta aventura inició en el 2015, apenas arrancó el IRONMAN 70.3 Ecuador. Iván Marcelo y Marcelo ya eran deportistas innatos, acostumbrados al ritmo de un entrenamiento sostenido y a la disciplina que demanda el deporte. Pero Diego y Gabriel, no. A veces cuando ellos llegaban de la fiesta a las 5 de la mañana, se topaban con su papá listo para salir a rodar.

Pero todo cambió cuando un día se reunieron y recibieron la propuesta de su papá y su hermano de prepararse en 4 meses para la carrera. Fue entonces que decidieron, ya no estar acostados en el sofá siguiendo la competencia de su papá, sino trabajar duro para compartir cancha, preparación, adrenalina, ahí donde las habas se tuestan: en la piscina, en la carretera, a la madrugada, y finalmente, en el circuito del 70.3 en Manta.

El poder del ejemplo

Iván Marcelo empezó a brillar en el ciclismo desde los 16 años, fue campeón, y no dejó el deporte sino hasta los 30, cuando perdió a su papá, Carlos Espinosa (un ciclista importante para el país que le dio nombre al velódromo), quien fue atropellado mientras montaba bicicleta. A pesar de su talento, dejó de lado las ruedas, para vivir su luto.

Pero fue hace apenas 12 años que decidió volver a la acción, motivado por la muerte de uno de sus sobrinos en un accidente de tránsito. Él se preparaba para competir en el triatlón de Galápagos. En su honor, Iván Marcelo volvió a entrenar y participó en esa misma competencia en el 2012.

Ese día se enamoró por completo de esta disciplina y afrontó con valentía sus miedos. El triatlón ha sido para él una terapia, un enfrentamiento constante con su mayor temor. Cuando se sube a la bicicleta aún tiene miedo. Cuando sale a la carretera con sus hijos, asume inmediatamente una posición de escudo entre los autos y ellos, y aunque la sensación incómoda persiste, no deja de avanzar.

Su determinación es tanta que, hasta hoy, ha completado 12 70.3, un IRONMAN full y 2 mundiales 70.3.

Diego, Gabriel y Marcelo recuerdan que cuando eran niños jamás se les dijo “no” a la hora de practicar cualquier deporte; y dicen que ver a sus dos padres siempre activos, les facilitó el camino que transitan hoy. 

Este sexto medio IRONMAN en Manta como familia (11 de julio del 2021), y el haber hecho otras competencias de este estilo por el mundo, de forma individual, solo se debe al poder del ejemplo.

Los aprendizajes

Prepararse y competir en familia para el 70.3 de Manta, ya es una tradición para los Espinosa. Más allá de lo deportivo, saben que lo realmente importante no es llegar al día de la carrera, cruzar la meta y acumular medallas, lo que realmente guardan en su mente es el proceso, las semanas de preparación, en las que han aprendido que son fuertes, y a valorar la responsabilidad y el compromiso. A descubrir el poder de la paciencia y la organización. A entender que no es cuestión de hacer las cosas rápido sino bien. A confiar en sí mismos.

Ven en el triatlón, una herramienta eficaz para controlar la mente y el estrés. (Lee también: “¿El estrés el enemigo? Suelta tus creencias”).

Esta experiencia les ha permitido aceptar que habrá días en los que solo deban caminar como entrenamiento. Que el tiempo en una carrera es el que deba ser. Que van a recibir en la medida de lo que den. Que es más provechoso concentrarse en aquello que pueden controlar y dejar ir lo que no. En su equipo prima el espíritu de la humildad, la sinceridad y la paciencia.

Ellos son los Espinosa.

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