Lo que me dejó Kona 2014: "El triatlón es mi maestro"

M primer mundial, Kona 2014 significó aligerar la carga, liberarme de lo que me detenía, dejar espacio para nuevos aprendizajes y vivencias.

M primer mundial, Kona 2014 significó aligerar la carga, liberarme de lo que me detenía, dejar espacio para nuevos aprendizajes y vivencias.

Dejar lo conocido no es una decisión fácil. Para llegar a lugares mejores es necesario abrir nuestra mente y prepararnos para lo impredecible.
— Marialuz

Llevo días pensando en las palabras con las cuales comenzar esto que me es necesario escribir. Hablo de ese tipo de necesidad que se llega a acercar a la falta de alimento o hidratación, incluso a la falta de aire.

De qué manera organizar y expresar tantos pensamientos, tantas ideas y reflexiones, emociones y sentimientos.  Después de todo, después de tanto, lo que le da sentido y valor a esos momentos es el decantar mi necesidad de definirlos, dimensionarlos y mirarlos en todas sus posibles perspectivas y posibilidades, de manera que no quede nada por buscar, y quede menos por aprender, y así,  al terminar esa hermosa tarea, reafirmar que las posibilidades, los aprendizajes y las experiencias siguen siendo infinitas.

He aprendido que una carrera no termina el instante de cruzar la meta, termina en  estos momentos de profundo análisis y reflexión, donde busco encontrar un sentido superior a lo que hago, donde miro hacia dentro y encuentro la respuesta al  verdadero y honesto propósito de  por qué hago esto, y por qué puedo decir con absoluto convencimiento que estoy haciendo lo que me gusta y me apasiona.

Esta es una reflexión, una traducción emocional, sensible y racional de lo que viví en mi primer campeonato mundial de IRONMAN en Kona Hawaii, el 11 de octubre de 2014.

Miro hacia atrás y podría definir a toda esta experiencia de Kona como un viaje, donde preparé mi equipaje con atención. Con el tiempo, pude escoger a conciencia aquello que iba a llevar, aquello que quería que me acompañe.  Eso significó dejar varias cosas en el camino, las abandoné con gratitud por haberme acompañado y darle sentido a mi viaje, ya no eran indispensables. Así aprendí que la mejor forma de avanzar es aligerando la carga, liberándonos de lo que nos detiene, para dejar espacio a nuevos aprendizajes y vivencias.

Dejar lo conocido no es una decisión fácil. Para llegar a lugares mejores es necesario abrir nuestra mente y prepararnos para lo impredecible, pues los caminos nuevos buscarán sorprendernos y hasta intentarán doblegarnos, no con el fin de impedirnos el paso, sino para despertarnos y  volvernos más recursivos y resilientes, valientes y atrevidos, creativos y creyentes.

He aprendido que cada competencia no es un fin, sino un medio. Si bien me preparo para cubrir una distancia, me entreno para construir consistentemente cada paso, para controlar mis emociones y tomar las mejores decisiones durante la competencia, los verdaderos objetivos y metas van apareciendo mágicamente en el camino. Cada uno de estos momentos, por el solo hecho de existir son oportunidades de aprender. No considero al fracaso una posibilidad, el único fracaso sería no estar ahí e intentarlo.

El éxito, por otro lado, es el resultado de buenas intenciones, esfuerzos sinceros y honestos, acompañados de una ejecución inteligente. Es combinar la intuición y la experiencia para tomar decisiones. El éxito es el resultado de la práctica consistente y consciente. El placer del éxito no está precisamente en lo que siembro sino en aquello que cosecho. La sensación de éxito, el verdadero sentimiento de satisfacción, se da al sentir que mi esfuerzo, mi talento o mis habilidades, han sido usadas de alguna manera para servir a otros, para servirnos mutuamente.

El éxito es el resultado de buenas intenciones, esfuerzos sinceros y honestos, acompañados de una ejecución inteligente.

El éxito es el resultado de buenas intenciones, esfuerzos sinceros y honestos, acompañados de una ejecución inteligente.

Al hablar de competencias contra el reloj, nos enfrentamos al tiempo, a desafiarlo y luchar contra él. Aunque es un parámetro de medición y evaluación, una referencia importante, no deja de ser un número. Lo que recordaré no es el tiempo, sino aquello que viví y experimenté, lo que sentí y lo que quedará grabado en mi memoria y en mi corazón. Siendo el recurso no renovable más preciado.

Ahora que he decantado lo que siento y he logrado verbalizar a mi manera lo que llevo dentro, cuando la metáfora se ha materializado, me  quedo con el privilegio de haberme parado en la línea de partida con los mejores del mundo y cruzar la meta con humildad y gratitud, como una más que logró desafiar el cansancio, el dolor y el desaliento y se venció a sí misma. 

Ahora, estoy lista para renovar mi compromiso de continuar mi búsqueda, con el  fin de encontrar nuevas maneras de crecer, de aprender, de conocer mis limites, mis debilidades y fortalezas,  y ahora, incorporar un nuevo objetivo y propósito, uno que no había contemplado antes y  que hoy toma más importancia que todos los anteriores.  Mi compromiso de encontrar nuevas y mejores maneras de que lo que yo hago y experimento le sea útil a otros.

El triatlón es mi maestro, es el camino que me lleva a lugares mejores dentro y fuera de mí. Esto es lo que escojo y tengo la certeza de que es lo que voy a seguir escogiendo por todo el tiempo que me sea posible.

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