¿El estrés es el enemigo? Suelta tus creencias

En tiempos modernos hemos perdido nuestra capacidad de abandonar la zona roja del estrés y eso le ha pasado factura a nuestra calidad de vida.

En tiempos modernos hemos perdido nuestra capacidad de abandonar la zona roja del estrés y eso le ha pasado factura a nuestra calidad de vida.

¿Cambiar nuestra percepción del estrés, si es malo o bueno, hace la diferencia? Sí, y la ciencia lo ratifica.
— Filosomi

La respiración agitada. El corazón late a mil por hora. El cuerpo en posición de ataque. Las piernas listas para huir. Hay algo en el ambiente que ha despertado nuestra señal de supervivencia.

Entonces, comienzan a burbujear en nuestro interior las hormonas del estrés para ayudarnos a sortear con éxito el desafío. Como en la época de las cavernas, cuando sentíamos la ola del estrés para correr y escondernos del tigre que estaba a punto de comernos. Una vez a salvo, el sistema nervioso central apagaba su lado simpático (de ataque y huida) e inmediatamente encendía su ala parasimpática (el del descanso y la recuperación).

Pero hoy, ese tigre no aparece esporádicamente. Ese tigre es tu jefe que te está pidiendo informes todos los días. Es el banco que te exige urgentemente el pago de tus deudas. Son las responsabilidades familiares que te solicitan más atención y solvencia económica. Son los estudios que tienes que realizar para ser considerado laboralmente aceptable. Son tantas cosas que las estadísticas médicas dicen que el 75% de los pacientes atendidos tienen como raíz de sus dolencias, el estrés. (Lee también “Tus emociones importan y mucho”).

Hemos perdido nuestra capacidad de abandonar la zona roja del sistema simpático y estabilizarnos en la zona verde del sistema parasimpático. Estamos viviendo en un constante círculo vicioso de estrés que se acumula y se acumula, porque todo tiene la etiqueta de “PELIGRO” y no logramos concluir la respuesta de ataque o huida. La zona verde parece cada vez más lejana.

La percepción hace la diferencia

¿Cambiar nuestra percepción del estrés, si es malo o bueno, hace la diferencia? Sí, y la ciencia lo ratifica. Psicólogos, médicos y health coaches hablan con más naturalidad de lo importante de “cuestionar nuestras creencias entorno al estrés”, porque la expresión física de las situaciones de presión se ha trasladado al campo psicológico.

En la charla de TEDx: “Cómo convertir al estrés en tu amigo”, de la psicóloga Kelly McGonigal,  se citan dos estudios determinantes, ambos realizados en Estados Unidos. El primero se enfocó en un seguimiento de 8 años a 300 mil personas, a las que se les preguntó lo siguiente: “¿Crees que el estrés es perjudicial para la salud?”. Al momento de la evaluación final, las cifras oficiales mostraron que quienes sufrieron demasiado estrés aumentaron en un 43% su riesgo de muerte, pero este porcentaje solo fue cierto para quienes creyeron que el estrés era nocivo. El resto, con una percepción positiva del estrés, no solo disminuyó su riesgo de muerte, sino que incluso mejoró su expectativa de vida.

En el segundo estudio, realizado por Harvard, un grupo de personas que iban a ser sometidas a una prueba de estrés social, se les instruyó previamente a repensar su respuesta frente al estrés como provechosa. “Que al latir rápido, el corazón se está preparando para la acción. Que respirar rápido no es un problema, sino que está llegando más oxígeno al cerebro. Quienes asumieron que el estrés no era un problema, estuvieron menos estresados, menos ansiosos, más seguros. Su respuesta física al estrés cambió”, dice McGonigal.

Este experimento mostró que las personas que ven la respuesta al estrés como algo útil, físicamente mantienen los vasos sanguíneos del corazón relajados (al contrario, de una percepción negativa, donde se contraen), una reacción parecida a lo que ocurre cuando sentimos alegría o coraje.  

Con estos datos a la mano, vale la pena plantearnos una nueva respuesta mental cuando estemos frente a una situación cotidiana que nos cause incomodidad. Respiremos profundo y usemos frases como: “Todo va a estar bien”, “¡Estoy listo para la acción!”, “Yo puedo”, “Este es mi cuerpo ayudándome a enfrentar este reto”. Poco a poco, con mayor frecuencia, podremos volver a esa deseada zona verde.

Ahora que hemos cuestionado nuestras creencias frente al estrés, llegó el momento de ponernos en acción, pasar del dicho al hecho. En nuestro próximo artículo, espera 3 formas de gestionar tu relación con el estrés.


A continuación, mira el testimonio de Caridad Ponce, maestra de yoga de Shantaya Yoga, quien encontró su razón de ser en esta filosofía de vida.

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